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Lectura de Hoy

25-08-2024

DEVOCIONAL

Devocional: 1 Samuel 17

Los nombres de David y Goliat (1 Samuel 17) evocan una historia que muchos conocen desde su niñez.

A veces, se pinta a David como un niño muy pequeño, aunque en realidad es al menos un joven que ya ha luchado contra un león y un oso. Pero hoy, estos nombres representan a las pequeñas personas y organizaciones que luchan contra los “Goliat”. Desde luego, hay lecciones que aprender sobre la valentía y el denuedo, pero las enseñanzas más importantes van por otra parte.

(1) Tal vez deberíamos reflexionar primero sobre la cronología un tanto confusa. Al final de 1 Samuel 16, David ya aparece en la corte de Saúl para tocar música tranquilizadora; sin embargo, después de la pelea de David con Goliat, Saúl pide saber más sobre quién es el joven (17:55-58). Los académicos escépticos entienden que no se puede resolver este problema y, por ello, se infiere que hay bastante material no histórico aquí. No obstante: (a) No hay ninguna razón particular por la cual Saúl debería haber preguntado sobre el trasfondo de uno más de los músicos de la corte real, no importa cuán tranquilizadora fuera su música. Puede que Saúl no se haya visto motivado a averiguarlo hasta pasados los hechos del capítulo 17. (b) Más probable aún es que los eventos del capítulo 17 hayan ocurrido antes del 15:14-23. Los verbos hebreos no expresan las distinciones de tiempo de la misma manera que los verbos en nuestra lengua y se ha demostrado que podríamos traducir el 17:1 de la siguiente manera, por ejemplo: “Los filisteos reunieron sus…”. De esta manera se establece un trasfondo importante en la relación entre Saúl y David, en la cual se centran los siguientes capítulos.

(2) Aunque las palabras de David a los hombres del ejército (17:26) se podrían considerar como la arrogancia impetuosa de un joven sin experiencia (y, ciertamente, eso pensó Eliab, el hermano de David, 17:28), detrás del atrevimiento vemos una preocupación transparente por la gloria de Dios, una inquietud que le impulsa a responder a Goliat sin pizca de bravuconería personal, sino con una fe abundante (17:45-47). Claro, los manipuladores a veces se esconden tras verborrea religiosa, pero David no es de esa calaña. En esta etapa de su vida, se le podría criticar por no tener pulido el dominio propio, pero al menos su corazón está donde debe estar.

(3) Sobre todo, uno no debe leer este capítulo sin recordar el momento en que Samuel ungió a David: “el Espíritu del Señor vino con poder sobre David, y desde ese día estuvo con él” (16:13). He ahí la razón por la cual estaba centrado en Dios, la fuente de su valentía, de su certera puntería, de la gran victoria y de la exaltación del nombre y de la gloria de Dios.
El texto no nos llama a admirar a David el hombre y nada más, sino a reflexionar sobre lo que el Espíritu de Dios puede hacer con una persona.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Salmos 33
Este delicioso himno de alabanza (Salmo 33) se centra en lo que Dios es y en lo que hace. Es tan maravillosamente fecundo, que aquí no podemos hacer más que llamar la atención sobre algunos de sus evocadores temas.

(1) El Señor es justo y “es propio de los íntegros” alabarle (33:1). La adoración fiel y reflexiva es, en parte, una adoración a Dios por su carácter. Aquellos que reflejan el mismo carácter, aunque de forma tenue, le adorarán fervientemente por su perfección. Así pues, este acto tiene relación con la transformación moral del adorador.

(2) El salmista imagina una creatividad musical, habilidades instrumentales consumadas y fervor (33:3), una combinación bastante poco frecuente en la adoración colectiva evangélica.

(3) El carácter de Dios y su obra no pueden separarse de su palabra (33:4-9), lo cual no sólo se debe a que esta sea tan justa, verdadera, fiable (“fiel”) y amorosa como él, sino a que es eficaz, algo que vemos claramente en la creación: “Por la palabra del Señor fueron creados los cielos, y por el soplo de su boca, las estrellas” (33:6).

(4) Dios es totalmente soberano. Desbarata los planes de las naciones, pero nadie puede frustrar los suyos (33:10-11): “Los planes del Señor permanecen firmes para siempre; los designios de su mente son eternos”.

(5) Aunque Dios es soberano sobre toda la raza humana y es el juez de todos, es particularmente el Dios del pueblo de su propio pacto (33:12-15).

(6) El simple poder, lejos de la bendición y la aprobación de Dios, no salva a las naciones. Por supuesto, él bien puede utilizar toda su fuerza y su soberana providencia opera incluso en la preparación de los grandes imperios que castigaron a su propio pueblo. Sin embargo, limitarse a confiar en el poder es olvidarse de quien concede la fuerza, la riqueza y la bendición. Además, el Señor es perfectamente capaz de destruir cualquier nación, de hundir al más poderoso. “Vana esperanza de victoria es el caballo [o un tanque]; a pesar de su mucha fuerza no puede salvar” (33:17). La única esperanza se encuentra en Dios: “Pero el Señor cuida de los que le temen, de los que esperan en su gran amor” (33:18).

(7) Dado que él es el tipo de Dios que realmente está ahí, que él es el Dios que adoramos, los tres versículos finales están inevitablemente llenos de júbilo. En ellos encontramos una base adecuada para esperar en él: “Esperamos confiados en el Señor; él es nuestro socorro y nuestro escudo. En él se regocija nuestro corazón, porque confiamos en su santo nombre. Que tu gran amor, Señor, nos acompañe, tal como lo esperamos de ti” (33:20-22).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
1 Samuel 17
Desafío de Goliat
17 Los filisteos reunieron sus ejércitos para la guerra, y se concentraron en Soco, que pertenece a Judá; y acamparon entre Soco y Azeca, en Efes Damim. 2 Y Saúl y los hombres de Israel se reunieron y acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla para enfrentarse a los filisteos. 3 Los filisteos estaban a un lado del monte, e Israel estaba al otro lado del monte, y entre ellos, el valle.

4 Entonces de los ejércitos de los filisteos salió un campeón llamado Goliat, de Gat, cuya estatura era de 6 codos y un palmo (casi 3 metros). 5 Tenía un casco de bronce sobre la cabeza y llevaba puesta una cota de malla, y el peso de la cota era de 5,000 siclos (57 kilos) de bronce. 6 Tenía también grebas de bronce en las piernas y una jabalina de bronce colgada entre los hombros. 7 El asta de su lanza era como un rodillo de telar y la punta de su lanza pesaba 600 siclos (6.84 kilos) de hierro; y su escudero iba delante de él.

8 Goliat se paró y gritó a las filas de Israel: «¿Para qué han salido a ponerse en orden de batalla? ¿Acaso no soy yo filisteo y ustedes siervos de Saúl? Escojan un hombre y que venga contra mí. 9 Si es capaz de pelear conmigo y matarme, entonces seremos sus siervos; pero si yo lo venzo y lo mato, entonces ustedes serán nuestros siervos y nos servirán». 10 De nuevo el filisteo dijo: «Hoy desafío a las filas de Israel. Denme un hombre para que luchemos mano a mano». 11 Cuando Saúl y todo Israel oyeron estas palabras del filisteo, se acobardaron y tuvieron gran temor.

12 David era hijo del efrateo de Belén de Judá, llamado Isaí, y este tenía ocho hijos. En los días de Saúl, Isaí ya era viejo, avanzado en años entre los hombres. 13 Los tres hijos mayores de Isaí habían ido con Saúl a la guerra. Los nombres de los tres hijos que fueron a la guerra eran: Eliab, el primogénito, Abinadab, el segundo, y Sama, el tercero. 14 David era el menor. Los tres mayores siguieron, pues, a Saúl, 15 pero David iba y venía de donde estaba Saúl a Belén para apacentar el rebaño de su padre. 16 Durante cuarenta días el filisteo vino mañana y tarde, presentándose en desafío.

17 Y dijo Isaí a su hijo David: «Lleva ahora a tus hermanos un efa (22 litros) de grano tostado y estos diez panes, y corre al campamento a donde están tus hermanos. 18 Lleva también estos diez quesos al capitán de los mil, y mira a ver cómo están tus hermanos y trae noticias de ellos. 19 Porque Saúl y tus hermanos y todos los hombres de Israel están en el valle de Ela, peleando contra los filisteos».

20 Y se levantó David muy de mañana, dejó el rebaño con un guarda, y tomando las provisiones, se fue como Isaí le había mandado. Llegó al perímetro del campamento cuando el ejército salía en orden de batalla, lanzando el grito de guerra. 21 E Israel y los filisteos se pusieron en orden de batalla, ejército contra ejército. 22 Entonces David dejó su carga al cuidado del que guardaba el equipaje y corrió a la línea de combate y entró a saludar a sus hermanos. 23 Mientras hablaba con ellos, el campeón, el filisteo de Gat llamado Goliat, subió de entre las filas de los filisteos y habló las mismas palabras de su desafío, y David las oyó. 24 Cuando todos los hombres de Israel vieron a Goliat, huyeron de él, y tenían gran temor. 

25 Y los hombres de Israel decían: «¿Han visto a ese hombre que sube? Ciertamente sube para desafiar a Israel. El rey colmará con grandes riquezas al que lo mate, le dará su hija y hará libre en Israel a la casa de su padre».
26 Entonces David preguntó a los que estaban junto a él: «¿Qué harán por el hombre que mate a este filisteo y quite el oprobio de Israel? ¿Quién es este filisteo incircunciso para desafiar a los escuadrones del Dios viviente?». 27 Y el pueblo le respondió según aquella palabra: «Así se hará al hombre que lo mate».

28 Eliab, su hermano mayor, oyó cuando él hablaba con los hombres; y se encendió la ira de Eliab contra David, y le dijo: «¿Para qué has descendido acá? ¿Con quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la maldad de tu corazón, que has descendido para ver la batalla». 29 Pero David respondió: «¿Qué he hecho yo ahora? ¿No fue solo una pregunta?». 30 Entonces se apartó de su lado hacia otro y preguntó lo mismo; y el pueblo respondió lo mismo que antes.

David acepta el reto

31 Cuando se supieron las palabras que David había hablado, se lo dijeron a Saúl, y él lo hizo venir. 32 Y dijo David a Saúl: «No se desaliente el corazón de nadie a causa de él; su siervo irá y peleará con este filisteo». 33 Entonces Saúl dijo a David: «Tú no puedes ir contra este filisteo a pelear con él, porque tú eres un muchacho y él ha sido un guerrero desde su juventud». 

34 Pero David respondió a Saúl: «Su siervo apacentaba las ovejas de su padre, y cuando un león o un oso venía y se llevaba un cordero del rebaño, 35 yo salía tras él, lo atacaba, y lo rescataba de su boca; y cuando se levantaba contra mí, lo tomaba por la quijada, lo hería y lo mataba. 36 Su siervo ha matado tanto al león como al oso; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha desafiado a los escuadrones del Dios viviente». 

37 Y David añadió: «El Señor, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, me librará de la mano de este filisteo». Y Saúl dijo a David: «Ve, y que el Señor sea contigo».38 Saúl vistió a David con sus ropas militares, le puso un casco de bronce en la cabeza y lo cubrió con una armadura. 

39 David se ciñó la espada sobre sus ropas militares y trató de caminar, pues no se las había probado antes. Entonces David dijo a Saúl: «No puedo caminar con esto, pues no tengo experiencia con ellas». David se las quitó, 40 y tomando su cayado en la mano, escogió del arroyo cinco piedras lisas y las puso en el saco de pastor que traía, en el zurrón, y con la honda en la mano se acercó al filisteo.

Victoria de David y del pueblo

41 El filisteo vino, y se fue acercando a David, con su escudero delante de él. 42 Cuando el filisteo miró y vio a David, lo tuvo en poco porque era un muchacho, rubio y bien parecido. 43 Y el filisteo dijo a David: «¿Acaso soy un perro, que vienes contra mí con palos?». Y el filisteo maldijo a David por sus dioses. 44 También dijo el filisteo a David: «Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo». 

45 Entonces dijo David al filisteo: «Tú vienes a mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has desafiado. 46 El Señor te entregará hoy en mis manos, y yo te derribaré y te cortaré la cabeza. Y daré hoy los cadáveres del ejército de los filisteos a las aves del cielo y a las fieras de la tierra, para que toda la tierra sepa que hay Dios en Israel, 47 y para que toda esta asamblea sepa que el Señor no libra ni con espada ni con lanza; porque la batalla es del Señor y Él los entregará a ustedes en nuestras manos».48 Sucedió que cuando el filisteo se levantó y se fue acercando para enfrentarse a David, este corrió rápidamente hacia el frente de batalla para enfrentarse al filisteo. 

49 David metió la mano en su saco, sacó de él una piedra, la lanzó con la honda, e hirió al filisteo en la frente. La piedra se hundió en su frente y Goliat cayó a tierra sobre su rostro.50 Así venció David al filisteo con una honda y una piedra, e hirió al filisteo y lo mató; pero no había espada en la mano de David.51 Entonces David corrió y se puso sobre el filisteo, tomó su espada, la sacó de la vaina y lo mató, cortándole la cabeza con ella. Cuando los filisteos vieron que su campeón estaba muerto, huyeron. 52 Y levantándose los hombres de Israel y de Judá, gritaron y persiguieron a los filisteos hasta el valle y hasta las puertas de Ecrón. Los filisteos muertos estaban tendidos a lo largo del camino a Saaraim, aun hasta Gat y Ecrón. 

53 Los israelitas regresaron de perseguir a los filisteos y saquearon sus campamentos. 54 Entonces David tomó la cabeza del filisteo y la llevó a Jerusalén, pero puso sus armas en su tienda.55 Cuando Saúl vio a David salir contra el filisteo, dijo a Abner, el comandante del ejército: «Abner, ¿de quién es hijo este joven?». Y Abner dijo: «Por su vida, oh rey, no sé». 56 Y el rey dijo: «Pregunta de quién es hijo el joven». 

57 Cuando regresó David de matar al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó ante Saúl, con la cabeza del filisteo en su mano. 58 Y Saúl le dijo: «Joven, ¿de quién eres hijo?». Y David respondió: «Yo soy hijo de su siervo Isaí el de Belén»

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Romanos 15
LIBRO QUINTO
15 Así que, nosotros los que somos fuertes, debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles y no agradarnos a nosotros mismos. 2 Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno para su edificación. 3 Pues ni aun Cristo se agradó a Él mismo; antes bien, como está escrito: «Los insultos de los que te injuriaban cayeron sobre Mí».4 Porque todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza. 5 Y que el Dios de la paciencia y del consuelo les conceda tener el mismo sentir los unos para con los otros conforme a Cristo Jesús, 6 para que unánimes, a una voz, glorifiquen al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

El evangelio a los gentiles

7 Por tanto, acéptense los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó para la gloria de Dios. 8 Pues les digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres, 9 y para que los gentiles glorifiquen a Dios por Su misericordia, como está escrito:«Por tanto, te confesaré entre los gentiles,
Y a Tu nombre cantaré».10 Y vuelve a decir:«Regocíjense, gentiles, con Su pueblo».

11 Y de nuevo:«Alaben al Señor todos los gentiles,
Y todos los pueblos lo alaben».12 Y a su vez, Isaías dice:«Retoñara la raíz de Isaí,
El que se levanta a regir a los gentiles;
Los gentiles pondrán en Él su esperanza».

13 Y el Dios de la esperanza los llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en esperanza por el poder del Espíritu Santo.14 En cuanto a ustedes, hermanos míos, yo mismo estoy también convencido de que ustedes están llenos de bondad, llenos de todo conocimiento y capaces también de amonestarse los unos a los otros. 15 Pero les he escrito con atrevimiento sobre algunas cosas, para así hacer que las recuerden otra vez, por la gracia que me fue dada por Dios, 16 para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles, ministrando a manera de sacerdote el evangelio de Dios, a fin de que la ofrenda que hago de los gentiles sea aceptable, santificada por el Espíritu Santo.

17 Por tanto, en Cristo Jesús he hallado razón para gloriarme en las cosas que se refieren a Dios. 18 Porque no me atreveré a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, en palabra y en obra, 19 con el poder de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios, De manera que desde Jerusalén y por los alrededores hasta el Ilírico he predicado en toda su plenitud el evangelio de Cristo.

20 De esta manera me esforcé en anunciar el evangelio, no donde Cristo ya era conocido, para no edificar sobre el fundamento de otro; 21 sino como está escrito:«Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de Él, verán,
Y los que no han oído, entenderán».

Anhelo de Pablo de visitar Roma

22 Por esta razón muchas veces me he visto impedido de ir a ustedes. 23 Pero ahora, no quedando ya más lugares para mí en estas regiones, y puesto que por muchos años he tenido un gran deseo de ir a ustedes, 24 cuando vaya a España los visitaré. Porque espero verlos al pasar y que me ayuden a continuar hacia allá, después de que haya disfrutado un poco de su compañía.

25 Pero ahora voy a Jerusalén para el servicio de los santos, 26 pues Macedonia y Acaya han tenido a bien hacer una colecta para los pobres de entre los santos que están en Jerusalén. 27 Sí, tuvieron a bien hacerlo, y a la verdad que están en deuda con ellos. Porque si los gentiles han participado de sus bienes espirituales, también están obligados a servir a los santos en los bienes materiales.28 Así que cuando haya cumplido esto y les haya entregado esta ofrenda, iré a España llegando de paso a verlos. 

29 Y sé que cuando vaya a ustedes, iré en la plenitud de la bendición de Cristo.30 Les ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que se esfuercen juntamente conmigo en sus oraciones a Dios por mí, 31 para que sea librado de los que son desobedientes en Judea, y que mi servicio a Jerusalén sea aceptable a los santos, 32 y para que con gozo llegue a ustedes por la voluntad de Dios, y encuentre confortante reposo con ustedes. 

33 El Dios de paz sea con todos ustedes. Amén.

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Lamentaciones 2
Juicio de Dios sobre Sión

2¡Cómo el Señor nubló, en Su ira, A la hija de Sión! Ha arrojado del cielo a la tierra La gloria de Israel, Y no se ha acordado del estrado de Sus pies En el día de Su ira. 2 El Señor ha devorado, no ha perdonado Ninguna de las moradas de Jacob. Ha derribado en Su furor Las fortalezas de la hija de Judá, Las ha echado por tierra; Ha profanado al reino y a sus príncipes. 3 En el ardor de Su ira ha exterminado Todas las fuerzas de Israel; Retiró Su diestra En presencia del enemigo; Y se ha encendido en Jacob como llamas de fuego Devorando todo en derredor.

4 Ha entesado Su arco como enemigo, Ha afirmado Su diestra como adversario Y ha matado todo lo que era agradable a la vista; En la tienda de la hija de Sión Ha derramado Su furor como fuego. 5 Se ha vuelto el Señor como enemigo: Ha devorado a Israel, Ha devorado todos sus palacios, Ha destruido sus fortalezas Y ha multiplicado en la hija de Judá El lamento y el duelo. 6 Y ha tratado con violencia a Su tabernáculo, como a cabaña de huerto; Ha destruido Su lugar de reunión. El Señor ha hecho olvidar en Sión La fiesta solemne y el día de reposo, Y en el furor de Su ira ha rechazado Al rey y al sacerdote. 7 El Señor ha rechazado Su altar, Ha despreciado Su santuario; Ha entregado en manos del enemigo Los muros de sus palacios. Gritos se han dado en la casa del Señor Como en día de fiesta solemne.

8 El Señor determinó destruir La muralla de la hija de Sión; Ha extendido el cordel, No ha retraído Su mano de destruir, Y ha hecho que se lamenten el antemuro y el muro; A una desfallecen. 9 Se han hundido en la tierra sus puertas, Él ha destruido y quebrado sus cerrojos. Su rey y sus príncipes están entre las naciones; Ya no hay ley; Tampoco sus profetas hallan Visión del Señor. 10 Están sentados en tierra, en silencio, Los ancianos de la hija de Sión. Han echado polvo sobre sus cabezas, Se han ceñido de cilicio. Han inclinado a tierra sus cabezas Las vírgenes de Jerusalén. 11 Mis ojos se consumen por las lágrimas, Hierven mis entrañas; Mi hiel se derrama por tierra, A causa de la destrucción de la hija de mi pueblo, Cuando niños y lactantes desfallecen En las calles de la ciudad.

12 Dicen a sus madres: «¿Dónde hay grano y vino?». Mientras desfallecen como heridos En las calles de la ciudad, Mientras exhalan su espíritu En el regazo de sus madres. 13 ¿Cómo he de amonestarte? ¿A qué te compararé, Hija de Jerusalén? ¿A qué te igualaré al consolarte, Virgen hija de Sión? Porque grande como el mar es tu ruina; ¿Quién te podrá sanar? 14 Tus profetas tuvieron para ti Visiones falsas y necias, Y no manifestaron tu iniquidad Para que regresaras de tu cautiverio, Sino que vieron para ti oráculos falsos y engañosos. 15 Baten palmas contra ti Todos los que pasan por el camino; Silban y mueven sus cabezas Contra la hija de Jerusalén, diciendo: «¿Es esta la ciudad de la cual decían: “La perfección de la hermosura, El gozo de toda la tierra?”».

16 Han abierto su boca contra ti Todos tus enemigos; Silban y rechinan los dientes. Dicen: «La hemos devorado. Ciertamente este es el día que esperábamos; Lo hemos alcanzado, lo hemos visto». 17 El Señor ha hecho lo que se propuso, Ha cumplido Su palabra Que había ordenado desde tiempos antiguos. Ha derribado sin perdonar, Ha hecho que se alegre el enemigo sobre ti, Ha exaltado el poder de tus adversarios. 18 El corazón de ellos clamó al Señor: «Muralla de la hija de Sión, Corran tus lágrimas como un río día y noche, No te des reposo, No tengan descanso tus ojos. 19 Levántate, da voces en la noche Al comenzar las vigilias. Derrama como agua tu corazón Ante la presencia del Señor. Alza hacia Él tus manos Por la vida de tus pequeños, Que desfallecen de hambre En las esquinas de todas las calles».

20 Mira, oh Señor, y observa: ¿A quién has tratado así? ¿Habían de comerse las mujeres el fruto de sus entrañas, A los pequeños criados con cariño? ¿Habían de ser muertos en el santuario del Señor El sacerdote y el profeta? 21 Yacen por tierra en las calles Jóvenes y ancianos; Mis vírgenes y mis mancebos Han caído a espada. Has matado en el día de Tu ira, Has hecho matanza, no has perdonado. 22 Como en día de fiesta solemne convocaste Mis terrores de todas partes; Y no hubo en el día de la ira del Señor Quien escapara ni sobreviviera. A los que crié y mantuve, Mi enemigo los exterminó.

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Salmos 33
Alabanza al Creador y Preservador
33 Canten de júbilo en el Señor, ustedes los justos; Apropiada es para los rectos la alabanza. 2 Den gracias al Señor con la lira; Cántenle alabanzas con el arpa de diez cuerdas. 3 Cántenle cántico nuevo; Tañan con arte, con voz de júbilo.

4 Porque la palabra del Señor es recta, Y toda su obra es hecha con fidelidad. 5 Él ama la justicia y el derecho; Llena está la tierra de la misericordia del Señor.
6 Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos, Y todo su ejército por el aliento de Su boca. 7 Él junta las aguas del mar como un montón; Pone en almacenes los abismos.

8 Tema al Señor toda la tierra; Tiemblen en Su presencia todos los habitantes del mundo. 9 Porque Él habló, y fue hecho; Él mandó, y todo se confirmó. 10 El Señor hace nulo el consejo de las naciones; Frustra los designios de los pueblos. 11 El consejo del Señor permanece para siempre, Los designios de Su corazón de generación en generación.

12 Bienaventurada la nación cuyo Dios es el Señor, El pueblo que Él ha escogido como Su herencia.
13 El Señor mira desde los cielos; Él ve a todos los hijos de los hombres. 14 Desde el lugar de su morada Él observa A todos los habitantes de la tierra; 15 Él es el que modela el corazón de cada uno de ellos; Él es el que entiende todas las obras de ellos.

16 El rey no se salva por gran ejército; Ni es librado el valiente por la mucha fuerza. 17 Falsa esperanza de victoria es el caballo, Ni con su mucha fuerza puede librar.
18 Los ojos del Señor están sobre los que le temen, Sobre los que esperan en Su misericordia, 19 Para librar su alma de la muerte, Y conservarlos con vida en tiempos de hambre.

20 Nuestra alma espera al Señor; Él es nuestra ayuda y nuestro escudo; 21 Pues en Él se regocija nuestro corazón, Porque en Su santo nombre hemos confiado. 22 Sea sobre nosotros Tu misericordia, oh Señor, Según hemos esperado en Ti.

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